lunes, 26 de marzo de 2018

LA DEGUSTACIÓN DEL CATADOR

La degustación comienza así: 

Primero ver : El ojo también bebe. ¿el vino es rojo o blanco? El experto puede deducir de ello si se trata de un vino tinto o blanco.
Regla empírica: si el vino es transparente y ostenta una coloración ligeramente dorada, podría tratarse de un blanco. Pero si es rojo y oscuro como la tinta e impide el examen al ojo, tendremos eventualmente entre manos un tinto. Si por el contrario es claro y de color rosa, se tratara de un rosado. El hemafrodita de los vinos.

Segundo oler: Ahora se analiza el vino desde el punto de vista olfativo ¿ Huele a flores de melocotonero que revolotean entre los olivos arrastrados por el céfiro primaveral? ¿A pomelo recién cortado? ¿A pastel de pasas y espuma de vainilla? ¿A trapo de limpiar zapatos macerado en suero de mantequilla? o tal vez el caldo ¿Huele a banco de carpintero carcomido?.
Entonces es que le ha negado aromas secundarios, lo cual indica una mala fermentación.

Los aromas primarios son los propios aromas de la uva, los aromas secundarios surgen en la fermentación y los terciarios de la crianza en barrica. Y todos juntos producen su bouquet en boca.

El vino confía su secretos mas intimos al verdadero catador.
Después establecemos contacto telepático con el vino y le arrancamos sus últimos secretos. ¿Qué tal son sus cualidades filosóficas? ¿Es un caldo optimista o pesimista? ¿Chispeante o de pocas luces? ¿Ingenioso o estúpido?

Y por último su degustación:¿Te conduce a un alborozo optimista o a tristes cavilaciones? ¿Te inspira pensamientos preciosos de lógica sutil o más bien impulsos broncos que pueden derivar en una pelea de taberna?
Estas preguntas solo puede contestarlas uno, el componente más volátil del vino, su espíritu: El alcohol.

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